-¡ Abra la puerta Józef Bartlomiej ! . La muerte golpea muchas veces, pero sólo llama una vez a su víctima. ¡ Abran la puerta !. Los puños son culatas de fusiles importados. ¡ Sabemos que están en casa, abran ! . Suena música a lo lejos, algo suena, a lo lejos, ¿ o son quizás los carros, las carretas?, ¿ o son quizás los muertos ?.
Siete ojos expectantes, de helado el aire, tiritaba el miedo. Atrás, su casa, enfrente la calle, transitando el odio; recogido el silencio.
- ¿ Qué sucede ?, ¿ Qué sucede ?, ¿ Qué sucede ?, ¿ Por Dios, qué sucede ?.
- Nada, cállese. ¡ Salgan todos fuera !, ¡ Salgan!
- Pero, ¿ por qué, señor ?, ¿ Por qué ?, mi familia no, por favor señor, por favor.
- ¡ Cállese !, ¿ cuántos son ?, ¡ Que se pongan los hombres cerca de la ventana !
- Mis hijos no, Dios mío, mis hijos no... Ayúdenme, por favor, ayúdenme.
- ¡ Que se calle viejo !, ¡ Deje ya de gimotear y póngase también en la ventana !
- Por favor señor, se lo pido de rodillas, mire señor, mire, mire...
- ¡ Suélteme, no me toque ! ¡ Suélteme!, ¡ Lleváoslo a la ventana !
Las noches son frías, son más frías sin alba. La nieve rebosa de lágrimas y el valle de almas. Los recuerdos que uno ha ido recogiendo, de nada servirán si la vida es un jardín repleto de dentelladas y de fusiles, de botas y de balas.
- ¿ Cómo te llamas, hijo ?
- Slavko, señor.
- ¿ Y vosotros dos ?
- Slojan, señor...
-Y yo Jan, señor.
- Supongo que tu eres el mayor, ¿ verdad ?
- Así es, señor.
- Por favor, señor, por favor... Dios mío.
- Cállate viejo, que estoy hablando con tu hijo... A ver, ¿ Qué hacéis aquí ?, ¿ Por qué no os habéis ido ?... Ján, ¿ verdad ?
- Sí, señor, Jan... Sólo tenemos esto, señor, nada más tenemos... es nuestra casa... Lo entiende, ¿ verdad señor ?, ¿ verdad que lo entiende ?
- Vuestra casa... ya veremos... ¡ Vámonos !
- Gracias, señor, muchas gracias, Dios rescatará su alma de entre los muertos...Vamos, Gracias Dios mío, muchas gracias, gracias, oh, Dios, por salvar nuestra humildad... Vamos Ifigenija, Olga...vamos entrad en casa...dejad de llorar ya... gracias Dios mío, gracias...vamos Narcyza... ¿ ha entrado ya Mina ?...
Apenas un gesto, un llanto quedo de bisagras, pone su cerco a la muerte, al odio sempiterno de las llagas. El que oprime las risas del que nada tiene, el que nada espera sino la muerte, ahora vaga con sus fantasmas en el estertor último de la noche...
La muerte siempre tutea a los mortales, pero sólo una vez los apellida...Tres noches repitieron la misma escena, la misma representación funesta...
- ¡ Józef Bartlomiej Zlatavic, ¿ dónde está tu hijo Ján ? !...
- No sé dónde está, señor...se lo juro por mi familia, se fue hace tres días y no ha vuelto, por Dios señor ¡ créame !, por favor no, por favor...
- Está bien Józef, te creo..., mataremos a tu familia entonces...
La nieve siguió cayendo durante toda la noche y nada pudo borrar... Jan Zlatavic fue entregado en la madrugada del diecisiete de abril, su padre le aferraba fuertemente la mano mientras lloraba...¡ Qué fría queda la vida tras la llegada del alba...!
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