Las horas tardías que a nadie retrasan. Ver alejarse el mundo por un retrovisor tembloroso. Ponerse nervioso antes las propias obligaciones. Soñar con su cuerpo tibio y desconocido, decirle bella, mesarle el cabello. Recibir a extraños conocidos. Vivir conviviendo con el olvido. Pasear como si fueran a amputarte las piernas. Alojar a conocidos extraños. Pensar en un futuro posible. Quedar con el ánimo al descubierto. Ver cerrarse una herida en los giros diarios de un reloj de cuerda. Sudar hasta perder el olor. Comer con los amigos. Ir andando en el día de los recados. Saludar con la mano. Comer sin hambre. Beber vino. Quedarte dormido en el sofá como cada noche. Ver la tele sin ver nada. Hablar entre dientes lo que se piensa. Recorrer el pasillo de puntillas. Esforzarse sin límite. Abrir las ventanas al frío. Entrar y salir mil veces por los olvidos. Recoger lo que se te ha caído. Estar en mil cosas. Decir hola, adiós, ¿cómo te va? Dejar la radio encendida. Leer las esquelas y el horóscopo. Apreciar el diseño del bote de champú mientras defecas. Pasear en bicicleta de madrugada. Ir al campo a dar gritos y a mirar a lo lejos. Sestear en la parte de atrás de un viaje. Perder la mañana en la consulta del médico. Llamar a los amigos. Gastar la tarde mirando libros. Subir una montaña en chanclas. Mirar de reojo a quien te mira de lejos esperando ser sorprendida. Sonreír a quien quiere saber de ti. Consultar el I-Ching. Ocultar el deseo cuando ella te aborda. Dejarse querer a veces. Correr sin tener prisa. Hacerse el distraído. Esconderse dentro de un libro. Tener caliente la oreja por culpa del móvil. Jugar al Pádel o al Frontenis. Curiosear en la página de la Perrera Municipal. Sentarse a escribir y fumar puritos. Ver anuncios de coches. Leer revistas de pesca. Practicar Tae Kwon Do. Quedar con los amigos y hacer planes. Organizar el próximo viaje. La totalidad de las semanas en que sólo malduermes y trabajas. Ser custodiado por una montaña de papeles. Acosar a un cisne con un kayak para fotografiar su aleteo. Hacer la compra en Mercadona de memoria. Quedarse mirando el suelo desenfocado. Apretar los dientes. Podar con miedo los bonsáis. Coser lo descosido. Que se te abisme el pecho de madrugada. Equivocarse, errar. Perder el hilo. Ser querido y requerido. Caer enfermo, haberse herido. ¿ No es acaso esto poder decir que respiro?
viernes, 2 de marzo de 2012
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