“Ha habido tiempos mejores” es una afirmación tan estúpida como aquella lúdica y azulejada de “hoy no se fía, mañana sí”, de las tascas. Por ineludible, no puedo sino recordar la sorpresa de un buen amigo cuando su recién estrenada ex, le dijo “quedamos como amigos” y él sólo pudo mandarla a la mierda entre lágrimas. (De repente ella decidió que quería ser mayor ¿mayor?, independiente ¿independiente? y mucho más generosa con cualquier otro, claro. Mi amigo no puede estar ni ser más feliz hoy, la otra, tras una “gloria” vana y breve quedó anclada en el tiempo. La vida es muy extraña ).
Otra frase demoledora es “la vida es así”, pero, ¿cómo que así es la vida? ¿cómo demonios puede afirmarse algo parecido? Es intolerable que lo que ES pueda venir determinado in illo tempore, es inconcebible por cuanto que el presente no puede conjugarse con lo que ya ha sido, no puedo aceptar que lo que es, no es sino consecuencia de lo que ha estado siendo, es decir, no hay nada superior a las consecuencias que generamos con cualquiera de nuestros actos y no, no estoy pensando en las alas de una mariposa que genera un tornado o maremoto en el otro extremo del orbe, no, no voy tan lejos, pero ¿acaso no podemos influir diariamente sonriendo, siendo amables, esforzándonos un poco más o mejor, diciéndole al otro: NO, no voy a tolerar que me mientas, que me engañes, no voy a permitir que te creas superior?
“No lo volveré a hacer” a veces suena a “no lo he podido evitar”. “Un segundo” y “Ahora voy”, son casi siempre todo lo contrario. “Te quiero” no siempre habla de amor sino de cariño, a veces ni eso. “Allí estaré” es en más de una ocasión el anuncio de una ausencia. No puedo decir ahora “ No te fallaré” sin acordarme de todos aquéllos que lo han hecho. “ No te guardo rencor” demasiadas veces significa “no me olvido”. Decir “si pudiera, deseo, me gustaría” es hablar como si lo hiciera la propia pereza, o como si lo hiciera un simple testigo. Decir decir, me ayuda a exponer que todos corrompemos lo que decimos al dotarlo de sentido...único. Todo lo dicho, no contiene tristemente todo lo pensado. A veces es lo pensado lo que no tiene en las palabras forma de pensamiento. El lenguaje como convención es el más claro límite y una de nuestras primeras fronteras. Decir, sin más, “adiós , hasta luego”, me lleva a finalizar, lector, torpemente, esto que escribo.