Ya no os llevo en mi alma,
avanzásteis entre mis lágrimas
escurriéndoos entre estos dedos,
como apenas así retienen hoy estas palabras,
pues,
¿qué más, ya que más,
si homologasteis la palabra epicentro
y aún me dolisteis más allá?
¿qué queda, qué más puede quedar
si encarnasteis la palabra desdicha
y me grapasteis en las retinas vuestra risa,
y todo es hoy, ya nada más?
Hoy sin más, más,
en el día en que no puedo ser más feliz.