Todas las palabras que no se han dicho,
Todos los gestos con motivo
Los pensamientos no verbalizados
Ni las veces que no dijimos te quiero, te estimo.
El amor en el trino de un pájaro constatado en un cuerpo frío,
Inane, marcesible, mutante.
También el amor que ningún alambique decanta
y el frío que modela el vacío y el tiempo,
tan dulcemente cabe en el silencio el canto del mirlo.
La naturaleza como cotidiano
que el día a día apenas sí disuelve.
En el paladeo de las palabras tenuemente
el tiempo, ahora sí, como olas candentes apenas,
quizás la mirada que se sostiene tristemente
en el temblor evidente de una vela.
El silencio redivivo de repente,
la lluvia que des-sintoniza la tarde
en la húmeda espera.
Tantos verbos que no fingimos,
tantos gerundios como predicado vivo.
La ceguera que cabe en un latido enamorado,
el engaño que late por entre los suspiros
y en los huecos de una sábana que se araña,
mientras amanece la mañana y conocen otros besos
las mismas bocas tantas veces.
Llueve nuevamente, levemente,
fragor que suena a través de los cristales
que un año más, se asoman a la primavera,
recordándonos con ello que no hay quien nos salve.
Veris late facies.