No sé cómo decirlo. No sé cómo trasladaros cómo me siento o pienso en días como estos. Podría intentar justificarlo hablando de un concepto de tiempo al modo Heideggariano en sus Caminos de bosque y su concepto de tiempo en Ser y Tiempo, aunque quizás por inasible e inasequible, pues mal coliga con el día a día, no lo haré, pues si el contundente filósofo supo ver y presentar por primera vez en una síntesis extremadamente densa un conjunto de temas que formarán parte cordial de esa obra bajo la tentativa de una revisión absolutamente radical del concepto heredado de tiempo y con el hilo conductor ofrecido por la percepción de que el Dasein mismo, la existencia humana singularizada, es el tiempo. Él nos hace ver aquí, “en forma de tesis”, estructuras que la analítica del Dasein se encargará de explicar con agudo detalle: el “ser en cada caso mío”, el encontrarse, el ser-en-el-mundo, el ser-con-otros, la posible cura, el procurar y el trato, la auto-interpretación del Dasein y la significación cardinal del habla, la cotidianidad y el “uno”, la Unheimlichkeit, la conciencia, la diferencia entre el ser-temporal, por decirlo de alguna manera, performativo y el ser meramente presente, Vorhandenheit, la temporalidad propia y el privilegio del futuro, el ser-hacia-el-fin, la historicidad, la radicalidad del preguntar y la repetición transformadora de la pregunta misma; del “qué” al “quién”, a través del “cómo”. Pero, ¿para qué?, si el cúmulo de experiencias, preguntas y sensaciones fruto del estudio y de la propia experiencia no recaba fidedignamente todo aquello que nunca podrá ser expresado por las palabras así sea medible con una clepsidra o un reloj atómico. Nosotros, los hombres, las víctimas del tiempo como relojes apresados en una jaula, jamás podremos apreciar externamente lo que dura el lapso de tiempo detenido que contiene sostener una mirada llena de amor o acaso el primer cruce de existencias en cámara lenta en que, de soslayo, te hace desear no ya el presente, sino también el futuro con esa persona que se te presenta tan atractiva en tan diversas formas y siendo también, toda ella, tiempo. La trampa en esto que digo es que no somos unos observadores ni fiables ni estables, que nuestra estupidez nos hace ser y otras simplemente no. Por eso corro tanto y no llego nunca a ningún sitio en estos días tan relativos.
viernes, 25 de noviembre de 2011
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