No tengáis miedo, no temáis. La vida no siempre sonríe con la boca torcida. A
veces la vida es también la sonrisa franca del amigo, la emoción del hermano o
la cálida contemplación de nuestros padres. A veces es también tu sombra la que
coge de la mano a otra sombra y la besa y camina de espaldas al sol, y no se
estresa y ve, y mira, y encuentra una mirada iluminada y unos pómulos que se
elevan y unas comisuras que se tensan, un cuerpo que se ofrece y un tiempo que
no se malgasta. Amaos. Sentíos, sed uno. Conversad tranquilos, escuchad con
atención, sabed que vosotros sois el otro. La fuerza sempiterna de la evolución
está en nosotros. No temáis, no sufráis.
El amor está ahí para cogerlo y dice ven, ámame, ven, siéntate a mi lado, ven,
forma parte de mi vida, de mi historia así sea en un breve momento. No sufráis, no lloréis. Pues en tanto,
se pierde el rastro, el hilo, las pulsaciones del camino. Que las lágrimas sean
sólo de alegría, de emoción que apenas sí se contiene ¿no es acaso eso lo que,
desnudos, podremos defender ante la muerte?
No lloréis, no huyáis. Manteneos firmes y orgullosos, no mováis un pie. Es
la única forma que tenemos de no volver a utilizar un espejo. Si sabéis quiénes
sois, lo que estáis dispuestos a hacer con la mente libre y el corazón
resuelto, con la conciencia tranquila y sabiendo que lo que se hace, se es.
Sabiendo que uno es lo que se decide a hacer, sólo podemos hacer bien, pues de
lo contrario nos convertiremos en todo aquello que corrompemos. Si un bailarín no
es un bailarín cuando no baila, un ladrón lo es mientras roba ¿Qué sois? Pues
sed. No huyáis, no olvidéis. Que el
tiempo no haya corrido para nada, que las muertes no hayan sido en vano, que
los suspiros y el dolor den paso al conocimiento, a la asunción del error, al
camino que se veta, a la experiencia que se aprende, a la traba que se supera,
al tiempo que no se repite, a lo que ha sido vivido y de lo que nadie puede
despojaros. No olvidéis, no desistáis. Sólo
nosotros sabemos que todo momento es pasajero, que sólo por eso necesitamos lo
mejor, pero lo mejor para todos. Sólo así podemos beneficiar en algo a los
herederos encadenados a nuestro tiempo. No
desistáis, amad. Exigid estar vivos, el tiempo que sostenemos en las palmas
de las manos y que no se retiene. No malgastéis el lapso siendo sometidos.
Exigíos. No desistáis, que merezca la pena esto que escribo. Amad, sobre todo
amad, sólo por eso ya merece la pena estar vivo.
jueves, 31 de mayo de 2012
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