viernes, 20 de abril de 2012

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Salir a la calle y ver el cúmulo de caras conocidas con fondo gris. El futuro como preocupación. No saber si se llegará a meta alguna. No saber si luchar simplemente por ser feliz. Ver el amor evaporarse y los amoríos sustentados levemente en el humo azulado que se ha fumado. No tener más que lo que se tiene y contiene en la palabra insuficiente. Ir así entretanto. No sabiendo. El presente acaso demasiado detenido, retenido por indocumentado. Escuchar a los Happy Mondays tras tantos años en que se ha visto tanto y tan diferente. No haber encontrado camino ni rastro alguno siquiera. No. Así no. En los tiempos de la procela es propicio nadar a favor de la corriente, pero ir, poco a poco, nadando hacia la orilla con determinación sin embargo. No es ahora pertinente ni admisible luchar exteriormente con tanto desgaste, sino hacerlo en nuestro interior, en silencio, reservando, asumiendo qué o qué no es tolerable o intolerable para nosotros, esperar, aguardar a que sea necesario romper la resistencia. Gastar el tiempo que se respira en aspiraciones alcanzables y satisfactorias no puede ser sino la mejor decisión para estos días en que se instala el mismo rasero de injusta contrición en cada una de nuestras casas. Llevaba 209 palabras para decir que no se agarra lo que no se alcanza indubitadamente. Como todo aquello que pueda ser expresado, verbalizado, comunicado, ha de tenerse por relativo, poned en justo término lo que digo. La calle sigue ahí sin embargo, pensad en eso, gris o no, el tiempo hará que todo pase una vez más nuevamente.  Esto es ser humano. La suma constante de números equivocados en un péndulo, pero también un vector de superación constante. ¿Cómo no aspirar a más con tanto lastre y tanto don como hemos heredado? Acaso nadie espere ya nada de nadie, acaso seamos un especie sin perdón. Quizás hemos perdido el nombre de gente, quizás no somos ya capaces de vernos. Recapacito o no. Una vez más la calle que mi ventana enmarca me muestra el pulso decidido de la hormiga y yo, desde mi nido suave de libros sólo puedo pensar que sólo soy todo aquello que veo como vivido.