Hola
noctámbula mía, sucedió que por azar vine a descubrirte y que así formé parte
contigo la primera vez de la palabra boquiabierto, con esa forma tuya de
dibujar concentrada y de agarrar el rotulador. Después descubrí al acercarme
que te ríes, hahahaha, en inglés y con muchas ganas, que escuchas una música
que me encanta y que deseaba enormemente tomar una copita de vino contigo
teniéndote enfrente y dándole la mano a la palabra curiosidad. Por si no fuera
poco, al cabo supe que tenías ojos, y unos OjOs enooooormes, así, con muchas
ooooes y por muchos oh!, y por pura admiración. Podrías no tener piernas y me
hubiera dado igual, pues ya te acusaba de haberme robado el corazón entre
bromas y tan ingenuamente, pero tuviste que hacerte un autorretrato king size o full side texturado, -tanto
da-, a través de un cristal, boquiabierto se quedó corto y pasé a formar parte
de la palabra desencajado, no sé, creo que ahí asumí que no había vuelta atrás,
platónicamente o no. Ahora no paras de rondarme no sé cómo por la cabeza, y me
miras muy cerca y te ríes tumbada con una camiseta casi picassiana de rayas
marinera y casi hombro con hombro y casi en blanco y negro y casi casi. Guiñas
con una mueca uno de esos globos aerostáticos afilados desde las fotos en
picado y que son apenas un ojo de pez y aún así, pero así me andas rondando por
una mollera que antes solo estaba llena de huellas sobre la playa y del runrún
de las olas que se enarenan, quizás también del viento fresco que hace que
desde poniente me golpee el pelo en la frente como un jirón de tela, mientras
la última ola aún resbala por el último pelo de mi barba. Así le has quitado la
sal a la mar y la atención al salitre de mis comisuras, así quito mi vista del
horizonte mientras sentado, soñador, pensante, abrazo mis rodillas en cualquier
playa. ¿Ves? Lo has vuelto a hacer aunque ni lo intentes, has hecho que anude
marineramente en este texto la solitaria y unívoca palabra admirador.
martes, 16 de julio de 2013
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