viernes, 23 de octubre de 2009

Hay palabras...


Hay palabras que no encuentran el destino con facilidad y tonos que derrumban amistades. El amor es eso con lo que nos engañan pasteleros y predicadores mientras hacen caja. Dudo que quepa la quinta parte de un sentimiento en una palabra, aunque ésta sea quintaesencia. El dolor sólo se escribe con una única y particular gramática que desoye todo lo que no es el ego. Ego sum. Por desgracia nadie puede evitar ser malentendido cuando el otro sencillamente entiende mal o ni siquiera entiende. En las palabras no caben dos pensamientos al mismo tiempo. No te quiero si te lo digo y tampoco te engaño, amor, cariño ¿cómo te sienta como me siento? Amistad es una palabra donde cabe una cama, amiga que me buscas y me llamas y te llamas como otras tantas siendo única. Decir que te deseo es un deseo donde cabe un cuerpo y no sé si un proyecto, has de saberlo. Decir olvido es traerlo al recuerdo. Quedar contigo no es quedar precisamente. La palabra comida carece de sabor. Ya sabes que no podemos comernos la palabra hamburguesa. No alimenta la palabra alimento. Pecho, teta, seno, nada saben de tu olor, de tu tibieza, de su ir y venir entrecortadamente entre las sábanas que caben en la palabra sexo. La palabra casa no describe donde vivo, ni donde vives, ni aloja bien a la palabra alojamiento. Perder el juicio asusta a cualquier hombre, y más aún al abogado. No me tengas en cuenta este paso a paso entrecortado, no numeres mis desaciertos ni sumes todo aquello en lo que yerro, no expresaran lo que expreso o malentiendo. No soy tu amante cuando no te amo exactamente, amor, no te engaño. Mentir es el abuso absurdo del lenguaje por los cobardes. (Recuerdo a una, aunque no tenga nada que ver, o sí, que mentía considerablemente para  no engañarse. Era mala, muy mala, es una lástima que le quede tan corta esa palabra plagada de peces muertos, de deshonra y molicie estriada de complejos, nunca encontré justa, ajustada, un palabra que contuviera ese frenesí degenerado de conceptos en crisis y de autotormentos).Cuento el cuento. Vuelvo. Vuelvo a las palabras que un día provocaran tanta sangre derramada y que robaran a muerte los pensamientos. Desahoga la palabra océano y me asfixia la palabra soga. Retahíla tiene las letras puestas en orden y la palabra concierto  ha puesto las suyas de acuerdo. Aquí voy yo en tintineo, cuando luego me veas lectora, (lo siento lector: te aguantas una semana Josefo), no menciones lo que he puesto como si te hiriera aquello donde realmente no acierto ni pienso. ¿Qué no me entiendes? Tampoco yo te entiendo. Dime hola, si estás sola y si quieres, o, mejor, dime simplemente hola ¿quieres…?