jueves, 15 de octubre de 2009

Hablemos hoy del calentamiento global de mañana.

Hablemos hoy del calentamiento global de mañana. No hay pruebas empíricas suficientes que determinen la relación causal existente. El único marco normativo internacional suscrito por 170 países en 1997 estableció la entrada en vigor del Protocolo de Kioto, (que pretende reducir las emisiones de CO2 con un sistema escalonado de cuotas), para el 16 de febrero de 2005 y de finalización en el año 2012. Si se aplicara en su totalidad, sólo reduciría las emisiones planetarias en un 0,1 %. Países como Estados Unidos, se negaron a firmarlo o ratificarlo (ya lo adelantó G.W.Bush en 2001) porque el coste de reconversión de su industria, en este caso, sería tan alto que encarecería todos sus productos, haciéndoles perder competitividad. Europa se apunta el tanto de la visión humana, positiva y ecológica: también mienten bellacamente. Debemos hablar, y me molesta hacerlo, de que la culpa es del imperialismo capitalista. Por primera vez un acuerdo internacional de la entidad del protocolo de Kioto deja en manos de las grandes multinacionales la gestión de sus propias emisiones contaminantes, ¿entendéis el absurdo? Cuántas multinacionales encarecerán sus productos por culpa de una reconversión que jamás los hará más competitivos contra un país como Estados Unidos o China. Los primeros pasos europeos, y detrás el resto, han sido crear un Bolsa, un parquet de CO2, en Holanda, y un gran banco comercial en Gran Bretaña que lo sustente. Se ha fijado un sistema de cuotas tan bajo que no es rentable, con lo que ninguna empresa los compra, utilizan simplemente su influencia para comprar los excedentes de cuotas de países en vía de desarrollo que no polucionan lo suficiente, con lo que se sigue polucionando lo mismo, si no más. No hay esperanza. Tal y como yo lo veo el problema es el marco jurídico que lo sustenta comenzando por las democracias, sistema éste que está en la actualidad en el debate filosófico internacional, en el ojo del huracán que lo señala y tinta de clamoroso fracaso. Acordaos de esto: LA DEMOCRACIA HA FRACASADO COMO SISTEMA. Necesitamos un nuevo tablero de juego porque nos estamos devorando a nosotros mismos. No se si cabe una revolución en esto que digo, pero se constata en el día a día la necesidad del cambio inmediato. Conrado ha publicado en Facebook que los 8,4 billones de dólares comprometidos por los países ricos para salvar a sus bancos de la crisis serían suficientes para acabar con la pobreza extrema durante 50 años, según Oxfam. Yo sólo puedo publicar que cuento únicamente con 429 palabras para parar tanta miseria. Lector lucha y piensa.

...en El Cali...


 Andaba yo el otro día en el Bar El Cali, al que acudo gratamente cada vez que me venzo o el cuerpo me pide intercambiar opiniones, discutir posiciones y compartir tertulia, aunque debo reconocer que también acudo por culpa del canto de sirena irresistible que es esa magnífica bomba de vitaminas que prepara Montaña llamada Gazpachis. Tiene una mano en la cocina que bien pudiera ser una esclara de color en otro terreno. Me pierdo. El caso, decía, es que andaba en el burladero de la charla aún, no sé si estaban Manolo, Domingo u Óscar, pero por supuesto estaba Josefo, también Aníbal, no sé si Pachi, creo que sí Esteban, en la mesa número uno y esto es una clave, se sentaba la belleza multiplicada y  aún tierna de cualquier inconsciente, no necesito recordar que mirábamos a esa mesa de reojo, pero me estoy distrayendo, quería hablar del encuentro al final de la barra con una queja de Josefo, si tú José, lo siento,  decías que la gente es sorprendentemente maleducada y que eso se aprecia hasta en los más pequeños gestos, que puede verse cuando alguien te pide un pincho con mala  urgencia para dejarlo luego entero, sin más, ahí, como si no hubiera sido trabajado, servido, como si fuera su derecho. Repliqué, te acordarás, que estaba de acuerdo, que la educación es un lugar común y que requiere un esfuerzo que no distingue edad, sexo, clase social o dinero, a todos nos cuesta lo mismo serlo, diciendo mucho de quien lo es o se preocupa de serlo porque, por lo menos así lo entiendo, ese talante significa acercamiento al otro, a lo común, significa estar dispuesto a ceder una parte y a tener salvado el resto sin necesidad de poner más, ni de manifiesto, es un pacto social que a día de hoy a muerto.  Aníbal decía mientras tanto no sé qué de cortarle a alguien el cuello, mientras Esteban me decía que por culpa de mis textos le daban ganas de reproducirse, surfeando la primera carcajada de esos encuentros esporádicos y a ratos brillantes que suceden en ese recodo de la barra. Creo que fue un macarra el que vino empujando, pidiendo también con demasiada urgencia un pincho y camuflado de marcas demasiado caras y de piercings y tatuajes, que sólo hablan de que lleva una vida en las que no necesita “nada” y por demérito. Hube de marcharme corriendo, allí dejé a la guardia pretoriana departiendo nuevos temas y, al ir a coger la moto, tras girarme para mirar unos aspavientos, hube de contener una patada, no son maneras,  al moderno que andaba agachado en su gesto más progre dándole de comer el pincho a un perro.

Cáceres Ciudad Cultural 2016

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