martes, 19 de abril de 2011

Así los días


Ha vuelto el gris a los días, arremolinando en bistre todo lo que antes era color pastel intenso. Así quizás el viento asoma tras el vuelo ridente de los abejarucos. Nada hay que se enmarañe sempiternamente con jirones entrelazados en los brazos flexibles y aventados de un olivo. Cuadro exacto de pasos hollados por entre los terrones descolocados. Apenas los surcos del que el arado hará cosecha, comida. Así los días, ha tornado gris lo que antes era tornasolado. Del sudor en la frente al más puro constreñimiento. Es la taquicardia el latido que suena más fuerte, de tomado el pulso, la pulsión hacia la muerte en vida, vida, tan inerte, justo estado en el que la suerte no arriba. Estúpidos, mentecatos, sabed que marcamos con paso firme un rumbo abocado a la deriva. Columna y fila que desfilan hacia el acantilado. Caterva huera e insolente que pasamos por carne de hamburguesa, es la indiferencia la que destruye la palabra futuro e insulta a la conciencia y a la propia inteligencia. Ahora, tras todo, gris, gris claro en los oscuros días en que todo es gris, desde el recuerdo en que todo era azulado, amarillo claro, naranja o rojo coagulado en los atardeceres que aún atesoraban la palabra inesperado. Somos una gran herida llena de gusanos, las veinticuatro horas de contrarreloj de una simple mosca, huellas arrastradas en un camino polvoriento junto a un rastro de sangre, una botella de arena ante la sed. Somos los que bebemos de una copa llena de diminutos clavos y los que hemos inventado el gran mercado de la muerte. Somos los que damos sentido a la palabra asco acaso. Ocaso de demasiados días de gris a lo largo de la Historia de la histeria. Quizás no hay ya vuelta atrás.  Quizás ya sólo giren giróvagos los días en persecución de la totalidad de nuestro descalabro. Ya cierro, ¿o abro?, id,  yo ya me he quedado.