viernes, 15 de enero de 2010

TIRITAR DADÁ


Hoy mientras tanto el frío,
quizás las horas perdidas con tu visión fantasma,
golpearse con todas las paredes de un enorme pasillo,
hundir los pies de barro en agua e ir deambulando entretanto gritando:
NO EXISTO, NO EXISTO, NO EXISTO
Como todo pensamiento el frío.
No es una manta el futuro, nada es, nada habrá de ser:
Vela que se apaga justo cuando ilumina.
 Tras tanto, gritar palabras de barro, lo pies torcidos y conteniendo el hipo,
deambular la galería como un fantasma golpeado y perdido.
Llorar con el dulccisime de Gúndula Janowitz,
volar loco por las cornisas con Goyeneche. Sin más.
No saber grabar en una pared dónde ha estado quién.
Haber respetado todas las cortezas de los árboles descorazonados.
El compás roto durante el  paseo por un filo de cuchilla de plata.
Colgando de una cuerda floja amanece tendida toda la ropa negra.
Nada queda del pasado en el presente a más de la sombra azul.
El frío que asoma nuevamente. Es blanco el hálito militar.
Las manos no recaban nada cálido, el silencio se exhibe hasta el puñetazo.
Los sesos solos desparramados por sólo veinte líneas, sólo veinte.