Quién me iba a decir que el tiempo,
extraño contador de pasos contantes-no siempre perdidos-,
y que nos lleva vagamundos por el silencio si sin compañía,
por la vida repleta o vacía, y que en mí
ha sido durante toneladas de horas, durante kilómetros de segundos
un viaje o, la tragedia de la soledad, vívida,
en todo lo que se respira.
Cómo es posible que todo ese páramo yermo una vez quedado atrás,
una vez tragado por el sumidero, se contenga después de tanto, con toda su inmensidad,
(con la totalidad de su dolor matemático y quedando infinitamente preso,
por la calidad aquilatada de tus cotidianos),
en UNO sólo, amor,
en tan sólo uno de tus pelos.
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