Estaba el señor Miguel de U. una mañana mirándose al espejo, no el de la muerte, y pensó, “¡Caramba!, ¡Qué rápido me crece la barba!”, quedó en silencio observándose y al cabo se le llenaron los ojos de lágrimas mientras pensaba; “No, no, la barba no, ¡Qué rápido (se) pasan los días!”.
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[Los viejos dan buenos consejos,
porque no pueden dar malos ejemplos.
POPULAR.]
A G.K.G.
El sabio dijo:
“Cuando tenía tu edad era igual de estúpido y falso que tú. Me regodeaba y andaba pretencioso de aquí para allá. Hacía demostraciones de mi fuerza física y de mi agilidad mental. Hablaba sin vergüenza de mis conquistas…
Pero ahora soy viejo y apenas si voy de la silla a la cama, de la cama a la silla, apenas si me acuerdo de quienes me visitan”.
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