miércoles, 30 de septiembre de 2009

DESACATO EN DESDICHADO DESAFUERO

Estoy. Estoy bien o no estoy, eso seguro, mis amigos lo saben. No sé si vengo o si voy, si dejo un rastro cierto o si no se me puede seguir, sin embargo. Aquí haré una pausa, -siento que me lo deben-, para hablar a aquéllos que me abordan para pedirme explicaciones de por qué escribo lo que escribo o lo hago como lo hago. ¿es necesario que estés borracho para que lo comentemos, amigo, lector? y tú, lectora ¿por qué no me pides que te escriba en una teta que te chupe un pezón? Me encanta hablar, aburro de hecho, pero es como todo ¿es que no se nota cuando me tambaleo, y tartamudo entreabro pesadamente los párpados? ¿que, aunque ebrio, intento ligarme a la chica que me acompaña? ¿qué quieres que te diga? ¿qué puedo hacer si no me entiendes? Un buen amigo dice que si no sabemos lo que se siente al tirar un penalti o tocar ante miles de personas, es porque nunca lo hemos hecho. Entendedme hoy, aquí, me obliga el título que he decidido. No me apetece hablar de las calles injustas y desproporcionadas o de la política mundial o de Cáceres, ni quiero valorar el panorama bursátil español, ni apostarme 20 pavos con Aníbal a que el Madrid pasará a la siguiente eliminatoria si no es en una tertulia en el Cali. No conozco un solo grupo de los que cita el amigo Canuto con tanto detalle y profusión, ni sería entonces capaz de escribirlo con ese ritmo que impone. Sin embargo puedo tomarme con él un buen birroncio hablando de su programa en la radio y luego contarlo como me de la gana. No soy tampoco un exalcalde de Cáceres al que poner a caldo o dárselo. Tampoco he sido aspirante a la Alcaldía. Carezco de interés mediático, estoy a salvo. Sin embargo, hago lo que hago así como lo hago, fijo los cuadros “prepintados” que veo en los lienzos, relleno cromática y simplemente lo que veo, aunque sólo yo pueda verlo. Así escribo también lo que va pasando mientras muevo los dedos, ¿veis? acabo de volver a hacerlo. Se trata de eso en realidad, de captar un momento, que es mi momento, aunque no haga sino pervertirlo cuando loco, lo comunico.
Mi hermano Rodrigo dice que para leerme hay que aguantar demasiado tiempo la respiración. Yo sin embargo sólo pienso en cómo me siento cuando me siento y escribo. Hoy es un día demasiado gris como para evitar que a mi no se me note. Desde el cálido silencio de mi habitación, hoy sí, soy impermeable a la pareja que desde la calle discute.

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