De repente es otra la luz de los días,
de repente son otras las horas
hoy rampantes de repente.
Desde siempre , sin embargo,
Russell y su tetera
entre Marte y la tierra.
Nada hay nuevo bajo el sol,
no nos acreditan por tanto las horas
perdidas, los rastros en una huida,
ni las huellas que no nos salen al paso.
El amor contemporiza mal en estos tiempos
de sal en la boca del sediento,
de violencia en el rostro y en el gesto,
de nombre escrito temblando sobre una duna,
simple arena de una arena simple que todo lo abruma.
No hay nada nuevo tampoco bajo la luna.
El tiempo como una vía de agua en un barco a la deriva,
como el dolor de las rocas hirviendo,
de los cuerpos de ceniza que la vida inútilmente preconiza.
¿dónde demonios está la salida?
¿qué hacer , de repente, mientras tanto?
ser hombre y saberlo en las heridas sin embargo,
en el latido de un recuerdo que no tilila,
ser hombre en el embargo, en el reflejo pálido y desvaído
que nos devuelve tiritando la palabra cadáver.
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