miércoles, 14 de octubre de 2009

PALESTINA


Acudo a la cita hoy oyéndome decir que ésta vez, para variar, me gustaría decir lo que pienso sobre un conflicto como el palestino, el descarnado genocidio que no encuentra un spónsor tan sólido como el de la contraparte, tan parejo en el desconsuelo y  a la taquicardia que sobreviene al recordar cómo abandonamos sin ningún honor al aún hoy expectante pueblo saharaui, no debemos sentirnos orgullosos por los actos de otros cuando hoy nosotros mantenemos en pie lo que la decadencia y sueños de gloria abusados elevaron en su día. Me temo que no basta con proclamar que nos oponemos de vez en cuando al atropello , a lo criminal o a lo impune de los asesinatos selectivos fríamente calculados; una granada para quince familias, con esta metralla tantos niños... No busco que nadie se muestre de acuerdo con lo que escribo, sencillamente intento comunicar el recorrido que hace en mis entrañas la rabia, la impotencia, la injusticia del abuso, decir cómo se me llena la boca de saliva y me palpitan corazón y vientre, sintiendo que se me ahoga cobardemente un grito que me impide reventar ante tanta soflama de guerra preventiva y tanto  recuerdo de un holocausto (absolutamente indescriptible e intolerable, como tantos otros del pasado siglo, Stalin, Pol Pot...la lista es inacabable) que lo único que parece haberles enseñado es a cómo hacerlo. Ya está bien. No hay injusticia ni holocausto que merezcan más valor en el recuerdo exigido a terceros que lo que contradicen sus propios actos, y que no ha enseñado más que a atacar primero, más violentamente, y sí, a construir muros gigantes y guetos como con ellos hicieron, nadie lo cuestiona, es sólo que hoy es hoy, y que, en su camino, van dejando mientras tanto demasiada sangre e impunemente, sólo adolescentes, niños y viejos. Es lamentable que los mismos 60 años que celebra Israel hoy, signifiquen para el pueblo palestino pura ignominia. La comunidad internacional les ha obligado a quedarse sin territorio, sin familia, sin orígenes, sin futuro, sin más perspectiva que la guerra, sin más deseo futuro que un cinturón con explosivos, sin más opción que el odio como toda conciencia cultural o de pueblo, no entiendo cómo hemos podido hacer eso y creer que es lo correcto, aún hoy. Platón decía que sólo los muertos ven el final de una guerra.  Lamentablemente, yo, que no llego tan lejos, sólo veo todo lo que hace una guerra.

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