martes, 20 de octubre de 2009

Hoy o cualquier mañana


Acudo hoy a la página en blanco determinado a hablar de lo cotidiano forzando así lo retenido, lo que se aferra fuertemente con unas manos temerosas de perder lo que quizás nunca se acabó poseyendo, lo inestable de lo cotidiano en un giro inesperado. Tanta tribulación, tanto desasosiego, tanta mar picada, naúfraga de soledad, tanto batirse a solas en duelo. Los recuerdos son papeles amarillos cumpliendo exilio. Ecos de voces que migran a la reverberación crédula de las paredes, anuncio de su impronta. Todos los hombres deberían haber visto , al menos una vez en su vida, sus propias huellas desapareciendo en la arena de cualquier playa aún a pesar de su inconsciencia, de la inconsistencia de su sombra enarenada, del vaivén disciplinado de las horas y de las olas. El suelo sin más se extiende hasta el horizonte y acaba partiendo el cielo. Es la hora de los pasos que nos llevarán hasta donde todo acaba en un nuevo finisterre, hasta el punto en que todo cae en perverso regodeo. Las palabras entonces no sólo no sirven, sino que danzan en ritmo estúpido y discordante. El hombre no puede soportarse así mismo y descompensa celoso el medio, mientras viola a las flores e injerta, uno tras otro, vertederos. Quizás el último pájaro sobrevuele nuestros cementerios en vuelo ridente y desesperado. No es hora de que la furcia se ría de la palabra fusiforme. No hay decálogo para aquellos que no saben contar, ni calendario para los que se niegan a hacer más. Horada la caterva ruidosamente la posibilidad de salvar algo, picando de viruela los ánimos y expirando desaliento. Hablar entonces es teclear la palabra críptico. El tiempo salta de tecla en tecla entretanto. Escribir no es sino hacer como que uno está trabajando, midiendo el tiempo o la oscura luz de los días, mintiendo a los ecos que rebotan cuchicheos. ¿Cómo escribir lo que justo en este momento se está escribiendo, hola, y que tú lees? ¿está ya hecho?¿qué crees? Lo que comienza es hijo del fin. No podemos por menos, más que seguir en el intento, pretendiendo cielos negros o féretros envasados al vacío y teniendo al día sus impuestos. Basta ya. No es fácil repercutir odios ni sentimientos, devengar desprecios, rebajar lo que está por los suelos. Toneladas de ladrones abundan en el campo y en los coches, esquilmando eriales , robando panes y dándose aires. Lástima de ideales infumables. El agua es mucho más que un pobre anuncio, el Tajo lo sabe .Hoy es un día extraño, palabra rara de la que me acompaño eludiendo así enfocar mis dedos o mi pensamiento. Me dejo llevar por los ojos que entrecierro imaginando lo incierto, todo lo que arguyo no eres tú. Me alegro de y por mis amigos. Manuel y Montaña van a ser padres de un árbol que aún no tiene ni pies ni dedos. Josefo, aún te debo un texto.

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