Estar abierto a la vida y en suspenso hasta la
muerte. Decidir ser inteligente y que en modo alguno se note. Tener frío al
tiempo que también se tiene abrigo. Comer sin necesidad y beber para
intoxicarse. La soledad malentendida de
los seres sociales es una gran burla. Hay un tipo de soledad absolutamente
necesaria a la que yo llamo aislado alejamiento. Nuestra imbecilidad se mide en
estratos y así vamos de la familia al piso, del piso al bloque, del bloque a la
calle, de la calle al barrio, del barrio a la zona, de la zona a la ciudad, de
la ciudad a la comarca, de la comarca a la provincia, de la provincia a la
comunidad autónoma, de ésta al Estado, a Europa, al mundo y al propio Universo.
En cada nivel decimos y fingimos ser alguien bien distinto y así nos engañamos
una vez más mientras tanto. Bien puede tomarse parecida perspectiva desde la
estratificación del propio tiempo, saber
quiénes somos en un segundo o en un día y quiénes en un año o en diez. Más nos valdría comenzar a ser más exigentes
con nosotros mismos como modo de igualarnos en un mínimo de compromiso común
que nos mantenga a flote. El futuro anuncia un nuevo y silencioso orden del que
solo saldremos indemnes con mayor responsabilidad moral y desde luego con mayor
ética que la mostrada hasta ahora. No entiendo por qué no sabemos ser exigentes
y pedimos que se asuman responsabilidades. De esta no saldremos como no
replanteemos los conceptos Democracia y participación ciudadana. La
Constitución no refleja en absoluto la sociedad tecnológica, multicultural y
deslocalizada que somos, ni exige mínimos de cumplimiento para la viabilidad
futura de nuestra sociedad ni tan siquiera en educación o en cultura. Sabed que
no ha habido un solo momento en la historia de la humanidad en que no haya
habido expresión artística y desde luego, transmisión de conocimiento, no
entiendo como podemos estar dándole la espalda a lo que somos, cómo la
Constitución no exige nuestra dignidad. Faltan honestidad y altura moral en
unos gestores que se han hecho casta gracias a nosotros. Falta que salgamos a
las calles y, tomándolas, maniatemos este presente y liberemos nuestro futuro.
Faltan un basta y un no quiero.
Falta un común nosotros.
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