Catalina. Catalina desde la distancia de millones de litros salinos y oceánicos. Catalina desde tu andina altura. Catalina que me miras desde tu sueño al mío y que me ha hecho retenerte incierta en mi duermevela y habiendo soñado contigo. Ni siquiera sabía que eras tú hasta que finalmente, con el café entre los dedos y la cocina atronada por la felicidad diariamente renovada de mi canario Limón, -de limoncello-, con su ir saltando de palo a suelo y aleteo constante de celo; arrinconándome contra la pared alicatada de dibujos y notas sobre el azulejo, dejándome allí castigado en el desvelo y deshilando el recuerdo vago y ennieblado de mi sueño, ni siquiera te reconocí hasta que de repente apareciste en mi consciente o en mi deseo y ahora de nuevo te veo si entrecierro los ojos y miro al cielo. Así ha sido mi sueño: Te has despedido de mí, mirándome a los ojos y sonriendo con tu cara de escritora, de filósofa de pontificia javeriana o de artista plástica, te había escrito ya antes en un texto incierto y sin calidad que la historia era triste y que hablaba de un muchacho que miraba a través de una ventana cruzando el mar hasta una orilla desde donde ella soñaba que le miraba embelesada en la desazón de una partida, de una marcha, que aún sin haber comenzado, no era menos dolorosa. Te contaba, querida Catalina platónica, que sucedió que ella cogió una brasa aún humeante de un fuego que era hogar y que dejaría de serlo, repasando en su recorrido, en su viaje a través de él, su silueta. Te decía que era su mano contra la pared la que lo retenía allí donde su sombra era límite de su conocimiento y de un cuerpo que por frontera quedó preso del amor en la pared encalada en un simple grueso trazo negro. Te explicaba que daba igual si era así como nació el dibujo para los griegos, Catalina, que podías poner todos estos tipos negros, p-a-l-a-b-r-a-s que, ensabanadas, harían línea de tu pensamiento al mío. Soy yo el que, consciente, pide que le socorra el sueño y que si éste es vida, vida, pueda saber que por lo tanto existo.
lunes, 23 de noviembre de 2009
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