El tonto del bote es un prevaricador, un putero y un sinvergüenza. Se dice cazador con autosuficiencia y para demasiada gente no es sino un gorrón, que no sólo no paga sino que cree encima que así debe ser. Bien es cierto que, para mayor deshonra cumple, pero no es sino pura ignominia ese cumplimiento, porque cumplir supone una falta aún más grande que no hacerlo. Cumplir es sólo puro deshonor y deshonra, pero lleva tanto tiempo haciéndolo que para él es todo cotidiano. El tonto del bote es un mentiroso que no sólo miente a su mujer, sino que se dice racista, machista, nostálgico de un régimen que bien le hubiera reprimido a él. El tonto del bote no tiene ni idea de que demasiada gente sabe, si siquiera alcanza a ver el magnífico traje que se le puede hacer. El tonto del bote se cree con super poderes, se cree con un encanto arrebatador, no sé cómo la miseria y lo patético no son términos de los que pueda decir que es conocedor, siendo todo él un gran excremento pagado de sí mismo y rellenito de pavor, pues no es sino un cobarde de muy poco valor, por mucho dinero que gane, y por mucho más que sepa cómo conseguir a nuestra costa. El tonto del bote es mirado por los demás sencillamante por todo aquello que los demás pueden conseguir de él. Él sin embargo, sin vergüenza, decencia, ni rubor, mira a los demás viendo lo que puede avariciosamente obtener a su vez. El tonto del bote no es ni siquiera inteligente ni mucho menos trabajador. Si alguna vez en su vida estuvo a la altura, sólo puede decir que lo olvidó. El tonto del bote merece un escarnio público ejemplificador, merece que se le hunda la carrera y que no vuelva a ver la luz del sol si no es entre rejas. El tonto del bote tiene nombre y apellidos, por lo menos en el que pienso yo con tanto desprecio. Pero es que España está llena de personajes de tan sucio calado, que nosotros, lector, quizás debamos empezar apalearlos sin necesidad de utilizar ningún palo. Sólo se necesita que se les denuncie públicamente exhibiendo lo que hacen, cómo lo hacen, cómo actúan. Quizás sea en días como hoy que debamos empezar a filtrarlos con el cedazo de la honestidad y del honor. Quizás sea hoy el día en que debamos desenmascararlos con desprecio, en que debamos defenestrarlos sin más tardanza, pues somos nosotros o ellos.
sábado, 18 de diciembre de 2010
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