Dejar
tendidos los pensamientos en la orilla, y colgando el pudor de una rama doblada
por el peso. Romper la estabilidad de la propia tibieza entrando en el agua
agarrado de una mano que te aferra como acto reflejo y a la pata coja. Deslumbrase
por los ataques del sol punzantes a través del oleaje que discurre. Bañarse así
en el río de la vida a la espera de que alguien decida robar la ropa o la
tranquilidad. Asumir que siempre hay alguien agazapado y al acecho, entretanto,
entre tantos. Bucear con urgencia hasta los guijarros del fondo y ver sus pies
y su cuerpo desnudo, en suspenso, por entre los peces y la vegetación. Intentar hundirla jocosamente desde tu propio
hundimiento y sólo conseguir tragar agua con sabor a verde cieno. Asumir que
todo eso ha podido ser vida pero ya sólo eso. Huir del tiempo así de
despreocupado y por todo lo que el recuerdo, la memoria, retroalimenta con
tanto engaño o ilusión. Regresar por tanto a las mismas tardes de siempre y
retomar la construcción de la soledad donde la dejaste. Volver al laberinto sin
madeja y sin memoria. Reescribir en letras doradas que somos la constatación
evidente de que no hay vida inteligente en la totalidad del universo y para que
no se olvide. Poner lavadoras y limpiar la casa, sacar al perro e ir al trabajo
sin embargo. Efectivamente, elegir la ropa o asear el aspecto como un autómata
duplicado. Guardar también en un cajón los propios sueños para atesorarlos
tristemente. Ir y venir como el agua de
una clepsidra sometida y convencionalmente. Intentar quebrar, vaciar de contenido, la palabra axioma. Echar constantemente en
falta lo que no se ha tenido aún inexplicablemente mientras el perro ronca a
tus pies. Pensar, sopesar, reflexionar,
arrodillarse siempre ante un bando, pues es lo que acabamos haciendo. Ser una
pompa de jabón entre alfileres. Un nudo que nada ata. Un hilo frágil pendiendo
de un hilo. El vacío que llena nada. La vida es todo aquello que tenemos detrás
al mirarnos en un espejo solamente.
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Pensamientos tristes y tan sensatos. La vida para mi no tiene más sentido que intentar ser feliz a pesar de todo o por todo; dependerá de lo que mi cabeza se obstine en mostrarme como realmente importante.
ResponderEliminarSiempre es un placer leerte.
Querida Maida, no sé si sea sensata la tristeza perenne e inevitable. Gracias por estar.
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