Estando interesado como estoy en el estudio desde la Estética , (independientemente de que siendo doctorando en esta disciplina, esté intentando doctorarme) de temáticas que van desde el Arte Marginal en toda su extensión y tocando lo urbano (fuera de mercado), a la estética relacional y al mercado del arte puro y duro, temas estos que encuentran como denominador común la pregunta de ¿cómo se relaciona el arte contemporáneo con la sociedad, con la historia, con la cultura? De ahí que me atraigan profundamente los stencils y graffittis, como movimiento reflexivo (véase al Líder Supremo: Banksy), visible y anónimo, que me intrigue profundamente la pregunta ¿Qué mueve a Henry Darger a trabajar, por el contrario, invisible e “irreflexivamente”?, ¿cómo se relaciona ahora la “forma” con el espectador tras tanto happening, performance, obra virtual indefinida, toda la pura conceptualidad?, por último y para acabar el hilo, ¿cuál es la lógica del mercado del arte? ¿qué es una obra de marca- un autor marca?, ¿por qué, en contra de todo lo anterior, cuando no hemos dejado de girar alrededor del “acto creativo” son diferentes todos y cada uno de ellos; desde toda la obra de una vida que bien puede ser o haber sido quemada anónimamente (véanse el mismo Darger y el mismísimo Kafka, que testaron que se hiciera), a un tiburón en descomposición (Véase al ahora millonarísimo Damien Hirst), que ha sido cambiado por “otro de similares características” (¿coseidad de la cosa Hegeliana?) y que vale 12 millones de dólares?
¿Tiene, por tanto, futuro el arte? En el presente abunda desgraciadamente que se escamotee al arte su papel armonizador del porvenir, apareciendo vacío de ideales sociales, aunque conociendo los planes de estudio de las diferentes disciplinas artísticas, se entiende, -lamentablemente-, la incapacidad generalizada del artista para generar desde su disciplina debates económicos o de justicia social.
Ésa es, hoy, la reflexión. Despáchense a gusto.
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