Pensar es desconocer que aún dormimos. Pues todo es
sueño. Nuestro deambular desorientado y arrastrado de pies, llamadlo vida,
transita así los días. Testigo es de la verdad secreta y demudada: El
sempiterno rumor que no se halla, aquella voz como un suspiro que clama; “Esto
es pasar, no ir haciendo camino, sino ver el ir y venir de las estaciones “. La
verdad es sueño, la verdad. Tanto da que pueda hacerse una canción con la
verdad, la verdad, que con la mentira, mentira. Tanto da pues tanto es sueño. Acaso
pesadilla. Tanto da pues tan poco importa hoy si se está despierto. Siquiera afligido.
Siquiera vivos o muertos. Creer que la vida es todo aquello que creemos que
percibimos, tampoco es. Ni creer tampoco entonces que somos conscientes de tan poco, pues ni
aún siendo. Y entretanto, durmiendo que no dormidos. Y entre tantos, un
concierto de ronquidos, pero ningún acierto. Y así va siendo nuestro sueño, con
pequeños sobresaltos que nos hacen parecer despiertos, pero sólo eso. Así los
días nuevamente, he de decirlo en ambos sentidos. Nuevamente porque al
repetirlo me repito. Nuevamente también porque es toda la humanidad la que no
tiene a bien dejar de andar los mismos pasos, ni de dejar de pisar las mismas
huellas, - vigilando escrutadores no salirse del cerco-, una y otra vez
tercamente constantes como la enfermedad y de nuevo, sempiternamente. Así y con
todo somos capaces de soñar el amor, el afecto, la solidaridad, incluso soñamos
con colonizar el planeta Marte. Así y con todo somos capaces de escribir “El
maestro y Margarita” o “Paisaje con grano de arena”, grabar “El sueño de la
razón produce monstruos” o componer “Peer Gynt”. Así y con todo nos salva una
vez más lo que se nos escapa y no controlamos. Pues aunque desconocemos que aún
dormimos, nos queda la esperanza, como una súplica, que aguarda a que uno de
nosotros abra los ojos inevitablemente. Que alzando la mano, descubra, al fin,
que el mundo no es lo que nosotros creemos ser tan simplemente. Que ser
conscientes, (ojalá se entienda ya que no es fácil), es sencillamente no ser. Entonces allí, en el abismo, suspendidos en
suspense, asidos apenas a una idea, a un rumor desesperado que se aferra, que
hace destacar las venas y es testigo de una voz: “Bien, de acuerdo, todo es
sueño, pues, si todo es sueño, queda aún pendiente que despierte del sueño
profundo en que no vivo”.
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