lunes, 10 de septiembre de 2012

Ha llegado el momento



Ha llegado el momento. Han llegado las horas y los días. Tantas noches abiertas y desde luego tantas estrellas. Hoy es el presente incierto que tan mal conjuga y que tanto ha fomentado tristemente el verbo enjugar. Nadie ha sacado un plan, su plan, y lo ha puesto en medio. No podemos saber si nos sumamos o seguimos esperando mientras tanto. El plan existe y lo tenemos cada uno de nosotros, eso está claro, sucede que parece que no lo hemos descubierto aún. La calle se está haciendo la distraída ya por demasiado tiempo y de estación en estación. Todas las ventanas devuelven hoy el reflejo de una imagen solitaria, un malentendido Vermeer deprimente en los minutos en que la esperanza lucha por sobrevivir, nuevamente. Filosofía para niños si acaso sólo es el principio, pues hoy empieza todo. Los sueños tienen que bajar a la tierra y ha de salir la maldad, el mal, de la cabeza del mundo. Hemos recibido demasiadas señales de lo que se nos viene encima. La integridad humana se ha convertido en un cristal roto en las manos de un bebé y se escurre constante por entre las alcantarillas. No es el momento de atrancar las puertas, echar los pestillos, ni de cerrar los candados. Tampoco de esconderse bajo la cama ni bajo las sábanas como niños. No se puede seguir girando la cara, ni agachar la cabeza o retirar la mirada. Hoy es el día en que hemos de mirar a los ojos y debemos cerrar los puños con los dientes apretados. Hoy es el día en que hemos de llorar de pura rabia porque no hay otro camino. Hoy tienen que levantarse barricadas de pensamientos positivos y decididos. La obstinación ha de gritar ningún paso atrás más, porque a nuestra espalda se están ahogando nuestros vecinos. Ningún atropello más porque exigimos estar vivos, porque sólo nosotros somos dueños de nuestro destino. Hoy es el día, hoy, tenéis que asumirlo, pues hoy es el día en que ha de quedar la playa rayada y han de quedar las naves ardiendo.

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